11.1.10

"Rec".

Me desperté de golpe, escuchando un grito.
Solo recuerdo que esa noche mis padres no estaban conmigo. A media madrugada tocaron a la puerta desenfrenadamente. Si les soy sincero me asusté un poco. Estaba solo, entiendanme. Antes de abrir miré por el cerrojo de la puerta varias veces. Escuché unas voces provenientes de la planta baja. Lentamente abrí la puerta. Salí con cautela y me asomé por la baranda de las escaleras. Casi todos los vecinos del edificio estaban cuchichenado alterados... Me metí otra vez en el apartamento y saqué las llaves. Salí de nuevo y cerré la puerta tras de mí.
Bajé a toda prisa deslizándome por el barandal de las escaleras. Cuando llegué a planta baja, escuchando un poco por aquí, y un poco por allá, pude entender porque todos estaban tan asustados. Los gritos que me despertaron, fueron los de una señora mayor que vive dos pisos arriba del mio. Por eso era tal escandalo. Hasta me enteré que habían llamado a la policía y a los bomberos. ¿No es un poco exagerado? Bueno, eso es lo que yo pienso. Al rato se volvieron a escuchar los gritos desgarradores. Todos se quedaron callados, viendo hacia el piso donde vivía la señora.
No pasaron ni dos minutos después de eso, para que llegaran los policías seguidos inmediatamente de los bomberos (Una pareja de bomberos y una de policías). Con los bomberos, venían un camarógrafo y una reportera de un supuesto canal local. Juntos, un policía, los dos bomberos y el camarógrafo con la reportera subieron por las escaleras hasta el piso de la vieja que gritaba. Cuando iban llegando subí sin que nadie me viera. Derrumbaron la puerta con un gran mazo. Todos entraron con extrema cautela. Desde las escaleras vi hacia abajo. Todos miraban arriba. Esperé que todos entraran en el apartamento de la vieja y los seguí. Había un gran pasillo por el cual podía ver, en el fondo, a todas las personas que acababan de entrar. Escuché: "Señora, mejor es que se tranquilise", luego unos pasos, seguidos de unos gritos desgarradores. Me espanté. Salí del apartamento, pero no me alejé. Cuando los gritos cesaron, entré. La reportera y unos de los bomberos, seguidos por el camarógrafo, traían en brazos a el policía. Me apartaron. Al pasar dejaron un camino de sangre. Sentí una gota helada bajando por mi espalda, erizandome los pelos. Me empezaron a temblar las piernas. Como pude me adentré al apartamento. Al final del pasillo asomé la cabeza. Uno de los bomberos luchaba con la vieja. Parecía un demonio. Escuché algo detrás de mí... las piernas no me contestaron. Pero estaba en una penumbra total, así que no pude ver nada. Así que recé para que tampoco me pudieran ver. Cuando lo que estaba detrás de mí, salió del pasillo, hasta la sala donde el bombero estaba luchando con la vieja, me pude dar cuenta que era una chica. Pero esta chica no estaba sana. Me aventuro a decir que estaba en las mismas condiciones de la vieja. El bombero no se dio cuenta de su asistencia. Tampoco podía avisarle. Me matarían a mí también... La mujer se lanzó encima del hombre. Me tapé la boca para no gritar (no se como eso puede servir... pero lo hace) Lo mordieron en la cara. Me volteé y salí corriendo por las escaleras hasta llegar abajo. Y abracé, asustado, a la primera persona que encontré. Resultó ser la reportera. Esta me consoló unos segundos.
Cuando me calmé pude notar que el policía que habían atacado tenía la camisa y los pantalones empapados en sangre. También me di cuenta que el edificio estaba rodeado de policías. Y eso no era todo. No nos dejaban salir. Eso fue claustrofóbico. Teníamos un cadáver y dos mujeres rabiosas allá arriba. Como un relámpago, pasó por mi mente. El bombero. Corrí hacia la reportera y le dije lo que había visto. Ella les informó al otro bombero. Este no terminó de poner un pie en el segundo escalón cuando un estruendo nos sorprendió. En el medio de planta baja había caído el cuerpo del otro bombero. Su compañero de trabajo se abalanzó hacia él. Un vecino médico miró la herida. El camarógrafo grababa todo... La reportera me miró aterrada.
Unos miraban el cuerpo tieso. Otros miraban hacia el piso de la vieja. Otros simplemente no podían abrir los ojos. Yo, era uno de ellos. Después de un rato, una de las vecinas me tocó y me exalté. Al calmarme nos pusimos a hablar. Mi mente se distrajo por un momento. ¡PAF! ¡PAF! Se escucharon dos disparos. Mi corazón volvió a latir fuerte. "¿Dónde está la reportera?", pregunté exasperado. La vecina me dijo que había subido. Me paré de un salto y subí las escaleras como un cohete. El bombero, con una pistola en la mano, y el policía bajaron. No me prestaron atención. Cuando llegué al piso de la vieja estaban el camarógrafo y la reportera viendo lo que acababan de grabar. Entré en el apartamento. Las dos mujeres estaban tiradas en el piso. Salí.
"¿Qué pasó?" Pregunté. "No..., no es nada", "¡Pero dispararon!" -repliqué-, "Solo nos defendimos... no te preocupes, todo estará bien" -respondió el camarógrafo-. "Siempre dicen lo mismo, pero no es verdad" -susurré-. Bajé las escaleras y poco después bajaron ellos dos.
- ¡Debe de haber una salida! -gritó uno de los vecinos
- ¡Atrás! -sugirió otro- atrás hay una fábrica textil... Se pusieron manos a la obra y forzaron la entrada de la fábrica. Entraron las autoridades seguidos, fielmente, por el camarógrafo y la reportera. Tardaron unos minutos antes de que volvieran
- ¿Qué pasó? -pregunté rápidamente.
- No hay salida...
- ¡Hay heridos aquí adentro! -se quejó una vecina- ¡Dejennos salir!
Pasaron... bueno, no tengo idea, tal vez dos horas o mas antes de que se dignaran a mandar a un doctor. La reportera, frente a la cámara, se quejó por la extrema y extraña seguridad. El tipo que acababa de entrar vestía un traje anti-nuclear. Cuando entró lo dirigieron hasta los dos heridos, que se encontraban en algún cuarto de la fábrica textil. Aunque yo los daba por muertos. Me armé de valor y los seguí. El camarógrafo estaba filmando a través de una pequeña endidura que había en una de las ventanas. Por que no lo dejaban entrar.
- ¡Pablo! ¿Qué pasa allá adentro? -preguntó la reportera.
- ¡Shhh!
- ¿¡Qué pasa!? -dije
- ¿Qué haces aquí niño?
- ¡Shhh! -se volvió a quejar Pablo- Nos van a descubrir.
- ¿¡Qué pasa!? -insistí.
- Le están inyectando algo al policía y al bombero... También... aff... no me dejan ver...
- ¡Trata!
- Mhmm... Pero no se... también los están esposando -¡POM! ¡AAAHH!
- ¿¡Qué demonios...!?
- Vamos, vamos -fuimos hacia la puerta. El doctor, el bombero y el policía lograron salir. Dejando atrapado al doctor del edificio.
- ¿Porqué lo dejan...?
- ¡No puedo arriesgarme a una posible infección! -dijo el doctor.
- ¡¡Pero no me han tocado, están esposados a la mesa!! -Se apartó de la puerta... No se escuchó nada. Sudando y jadeando nos volteamos, pero... ¡¡¡PAM!!! la puerta, que tenía una parte de vidrio, fue marcada con unas manos sangrientas... Luego con un golpe se rompió el vidrio.
- ¡¡¡Vamos!!! -Todos corrimos hacia la planta baja del edificio tan rápido como nuestras piernas nos permitieron. Cerramos la puerta de la fábrica tras nosotros tan pronto todos pasamos.
- ¡¡Nos vas a decir que está pasando y lo vas a hacer ahora!! -le dijo el bombero empujando al doctor- ¡¡Ustedes están afuera y no nos dejan salir!! -la cara del bombero estaba roja- ¿¡Qué está pasando!?
- Eso es información clasificada y no... -el bombero calló al doctor de un solo golpe.
- ¿Que te parece si ahora nos cuentas?
- ¡Está bien, está bien! -dijo parándose del suelo- Hace dos semanas atrás recibimos la noticia de un perro con una rabia extraña. El animal entró en coma. Luego de un tiempo revivió como si nada hubiese sucedido. Pero el perro estaba mas agresivo y energético que nunca. Después de tranquilizarlo lo sacrificaron... Después recibimos este llamado y... además descubrimos que esta extraña rabia se contagia por la saliva.
- O sea... que... ¿Nos tienen en cuarentena?
- Algo así...
Una de las vecinas que estaba mirando fijamente, con cara de incrédula, a una niña que tenía un perro que llevaron al veterinario hace dos semanas atrás, preguntó: "¿De donde resivieron la llamada?" -aún sin quitarle la mirada de encima a la niña. Todos se dieron cuenta y con la misma cara incrédula se alejaron de la niña. Excepto la madre. "De este edificio..." -respondió. La madre en protección de su hija dijo: "Ella... Yo... no...". Como si todo hubiera estado preparado la niña, que miraba fijamente a la madre, vomitó sangre en ese momento. Ocurrieron dos cosas tan rápidas que casi no las asimilé: El doctor sacó unas esposas y esposó (valga la rebundancia) a la madre de la niña a la baranda de la escalera, mientras que la pequeña, perseguida por el bombero y el policía, subió las escaleras. Pero no siguieron subiendo porque el doctor los paró. "Tomen esta jeringa e inyecten a la niña, eso la tranquilizará". Seguidos, como siempre por el camarógrafo, la reportera y ultimamente yo, el bombero y el policía subieron. "La niña entró en la casa de la vieja loca..." -dije- "¿Qué haces aquí niño?" -preguntó el policía (aff como era de obstinado ese tipo) "Déjalo que venga" -agregó la reportera- "Gracias" -dije.
Cuando entramos la gota de hielo recorrió desde mi nuca hasta mi coxis. Se suponía que el cadáver de las dos mujeres debieron de seguir tirados en el pasillo del apartamento, pero para nuestro karma, no lo estaban. Todos entramos. Mis piernas volvían a temblar. Cuando llegamos al final del pasillo, los primeros en entrar en la siguiente habitación fue el policía, que tenía una pistola, y el bombero que llevaba un gran mazo. Luego entramos nosotros. "Aquí no hay nadie" -dijo el policía. Rodeamos la habitación y de repente la niña apareció en el umbral del pasillo. "Está detrás de ti..." -susurró Pablo. El policía se volteó. Con la jeringa preparada se acercó a la niña. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, el policía se distrajo tan solo un segundo, La niña se le abalanzó y lo mordió. Salimos corriendo.
Nuestro escape fue frustrado por la vieja. Nos vio fijo por unos segundos. Luego gritó. El bombero, que aún traía el mazo, le conectó un golpe seco. Ella cayó sin más. Corrimos escaleras abajo. El doctor estaba solo con uno de los vecinos. La puerta que habían forzado anteriormente estaba siendo golpeada por los hombres que dejamos atrás de la misma. El bombero y uno de los vecinos ayudaron a mantenerla. Pero no estaba sirviendo de nada. Los otros hombres consiguieron una fuerza extraordinaria al estar infestados. Dejaron la puerta a la cuenta de tres y corrimos escaleras arriba. Los hombres entraron desesperados. La reportera intentó ayudar a la mamá de la niña, que seguía esposada, pero no la dejaron. Entramos en la casa del vecino con el que estábamos.
Los hombres que nos seguían golpearon la puerta unos segundos antes de retirarse. Las luces del apartamento estaban apagadas. La reportera pedía a gritos aterradores que las encendieran. El dueño de la casa las prendió. "¿El doctor? ¿Dónde está el doctor?". Entraron en la casa y el doctor estaba al final de un pasillo ciego. "Me han mordido..." -dijo vagamente. El bombero se le acercó. "¡Me han mordido! ¿No has escuchado?" -dijo mientras lo empujaba hacia la puerta- "¡Sal de aquí!". Cerró la reja con seguro. "La puerta no aguantará mucho..." -dijo el doctor- "así que tienen que salir de aquí". "Debe de haber una... ¡ya sé! Más adentro, donde dejamos los cadáveres del policía y del bombero, hay unos conductos subterráneos" -dijo el vecino. "¿Estás seguro? -cuestionó el bombero. "¡Por supuesto!" -respondió acercándose a la reja...- "Pero hay un problema... las llaves de esos conductos los tiene el presidente del edificio, pero el ya no vive aquí...". "Eso si es un problema" -dijo la reportera- "Hombre, ¿cómo vamos a conseguir esas llaves...? -dijo tapándose la cara con las manos. Cuando terminó de decir la frase el doctor sacó las manos por la reja y logró morder al vecino. Salimos corriendo. No había nada, aparentemente, que nos pudiera lastimar. Subimos dos pisos. Las luces se apagaron de repente. Pablo prendió la linterna de la cámara. Una de las vecinas que había sido contaminada estaba parada en la penumbra esperando por nosotros. Se lanzó hacia la reportera. Forcejeó un poco. El bombero ahorcó a la vecina hasta que la mató. Luego le dio con el mazo en la cabeza. La sangre me salpicó. Seguimos subiendo. De un seco golpe con el mazo la puerta de la casa del presidente cedió. "Vayan, yo me quedo cuidando la entrada" -dijo el bombero. Entramos. Pablo me dio la pesada cámara. Mientras, ellos buscaban, desemfrenadamente la llave. Yo ayudaba con la linterna de la cámara. Abrieron todos y cada uno de los cajones de la casa. Hasta que, increíblemente, en el último que abrieron, estaban las llaves. Salimos y el bombero no estaba. Las luces seguían apagadas. Le di la cámara a Pablo. Con la linterna iluminó las escaleras de abajo. Todos los vecinos, los bomberos (el que estaba con nosotros también) y los policías subían por las escaleras a toda velocidad. No nos quedó otra opción que seguir subiendo. En el ultimo piso solo había una puerta. "¡¡Prueba con las llaves, Marcela!!" -gritó Pablo. Nerviosa intentó probando llaves... Las bestias se acercaban más y mas. "¡¡¡Apúrate, prueba con la otra llave!!!". Como una última ayuda de Dios encontró la llave correcta y pudimos entrar en aquel apartamento. Las bestias golpearon la puerta varias veces antes de irse, como lo habían echo antes.
La habitación en la que estábamos era húmeda y las paredes estaban cubiertas con recortes de periódicos, fotos religiosas, crucifijos... había una grabadora. Marcela la puso a sonar... un hombre hablaba entrecortado acerca de una niña la cual, decía, estaba poseída o algo así. Pasamos a la habitación contigua. Había una mesa de operaciones y varias herramientas para lo mismo. Sin aviso previo una pequeña puerta hacia el ático se abrió se golpe, como si le hubiesen dado una patada desde arriba. Con la linterna, Pablo alumbró de lejos. Nos miró a Marcela y a mi. Luego subió la cámara pero algo la golpeó rompiéndola la linterna. Gritamos como por dos minutos seguidos. Cuando nos fuimos calmando Pablo dijo que no podría repararlo pero que si podía poner la mira nocturna. Pablo rebobinó la cinta y vimos que un niño infestado que yacía en el piso del ático, o sea, nuestro techo, había sido el que golpeó la cámara.
Con la mira nocturna, Pablo, se puso a investigar un poco más. "¡Vi algo!". Marcela se tapó la boca para ahogar su grito. Nos regresamos a la primera habitación. Apagamos la grabadora, que aún seguía hablando y nos arrodillamos en una esquina. Con la vista nocturna pude ver como algo parecido a una figura humana..., me atrevería decir una mujer, una muy desnutrida mujer, entraba por el umbral. Llevaba un mazo en la mano. ¿Porqué lo hacía? ¿Qué peligro podría enfrentar algo como eso en un lugar como ese?... en el que se podía notar, no había entrado nadie en muchos años. Marcela temblaba de pies a cabeza. Pablo intentaba calmarla. Yo, ni hablar. No podía temblar más porque el cuerpo se licuaría solo. Esa estaba tirando cosas de aquí para allá haciendo estos ruidos que hacían aún mas aterradora la estadía. Aprovechamos que estaba en la ezquina opuesta de la habitación para salir a la otra habitación. Pero cuando lo intentamos tumbamos algo y esa cosa se volteó y empezó a lanzar golpes con el mazo. Se oyó un golpe seco y luego el de la cámara golpeando el suelo. En la oscuridad empecé a buscar palpando. Hasta que la sentí. Escuché como se caían otras cosas de los estantes en el pasillo. Por la vista nocturna de la cámara vi a Pablo tirado en el piso... Lo moví con el pie haciendo que se volteara. Tenía media cara comida. Aquella cosa se estaba comiendo a Pablo. Aterrado volteé la cámara a todos lados. No escuché nada además de un pequeño y asqueroso sonido. Apunté la cámara al pasillo. La bestia estaba encima de Marcela. No podía ni siquiera imaginarme lo que le estaba haciendo. No podía.
Aquella cosa se paró y se dirigió hacia Pablo, pasó al lado mio, pero no me notó. Estaba sudando frío. Caminé al pasillo y con la cámara gravé a Marcela. Daba asco. Ya no tenía cara. El corazón me latía cada vez menos. Pensaba que me estaba muriendo. Sin embargo, mi respiración era muy agitada. Seguí caminando por el pasillo. Pasé por un cuarto que tenía la puerta abierta. Me ayudé con la cámara a ver adentro. Habían como diez cosas de esas más es ese cuarto. Espantado seguí caminando. Las lágrimas se me salían solas de los ojos. Otra puerta abierta. Entré y vi una pequeña oportunidad de salir. Una ventana rota. no tenía el plástico que envolvía a todas las ventanas y puertas del resto del edificio. Dejé la cámara encima de una cama y salí por la ventana. Me encontraba en el techo. Miré hacia atrás y me dio escalos fríos. Ya estaba afuera. Había sobrevivido. Pero ¿Qué pasaría a continuación? ¿Quién me encontraría en aquel techo? Quedaron esas, y otras preguntas sin contestar...

P.D.: Todo esto fue cortesía de la imaginación de su servidor, con la ayuda por supuesto, de la película "Rec".

4 comments:

  1. wow!!

    como es posible ke...

    haha

    es genial!!

    wow

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  2. joder, me entro el pánico again, me acordé del niño chino poseído colgado en el techo mirando fijamente a la cámara...O___O no podre dormir u__ù

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